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martes, 30 de octubre de 2012

La belleza de la escritura



Una hermosa tarde decidí salir a pasear, el sol iluminaba en todo su esplendor primaveral. Me apetecía disfrutar con los aromas de las flores y los cánticos de lindos pájaros que por el parque podría apreciar.
Durante mi paseo tropecé con un pobre mendigo de mirada transparente, sus ojos eran azules como el mar. Estaba acompañado de un precioso perrito de tamaño mediano, su pelaje era rizado y de color blanco como la nieve. Al verme, el animal se acercó tímidamente pidiendo con sus redondos ojos oscuros una muestra de cariño. Yo amorosamente le ofrecí unas caricias mientras le daba las buenas tardes a su dueño. El hombre me respondió con una sonrisa y seguidamente dando comienzo a parte de su historia, brotaron palabras de sus labios.
Me contó que había dedicado su vida a las letras, llegando a ser un reconocido escritor y profesor. Publicó libros de poemas y grandes relatos, pero una tragedia marcó su trayectoria dando paso a la crisis que ahora sufría. Sin ánimo de ofender le dije que debía de haber sido algo muy grave como para que terminara con su carrera. Él me explicó que el mismo día que presentaba la publicación de su último libro recibió la triste noticia de que su esposa y su hijo habían sufrido un accidente mortal en la carretera cuando se disponían a encontrarse con él.
Apenada puse mi mano en su hombro como símbolo de condolencia y con gesto cariñoso me despedí, pues ya era tarde para mi regreso a casa. Durante esa noche no pude quitar de mi cabeza aquel hombre y la conversación que tuvimos.
Al día siguiente recordé que una mujer compañera del grupo de escritura en mis inicios, me dedicó un poema en el cual me transmitía que nunca dejara de escribir por ninguno de los motivos que pudieran suceder en mi vida. Estuve buscando hasta que lo encontré y en esa misma tarde me dispuse a ir al parque para intentar volver a encontrarme con aquel señor.
Después de hacer varios recorridos y cuando pensaba que no se encontraba allí, pude verlo a lo lejos y rápidamente me acerqué. Al darle las buenas tardes se volvió hacia mi y me regalo una sonrisa acompañada de un atento saludo. Comprobé que se acordaba de nuestro contacto en la tarde anterior. Saqué mi poema y le pregunté si quería oírlo, él me dijo sin dudarlo que si. Al terminar de leerlo levanté mi mirada hacia su rostro y pude ver como brotaban lágrimas de sus ojos, me disculpé porque mi intención no era ponerle triste. Ahora era él quien poniendo su mano en mi hombro me agradecía amablemente la lectura de aquel poema. Me dijo que le había ayudado a recordar la magia de las palabras y el por qué decidió dedicar su vida a pasar horas delante de un papel con su vieja maquina. Prometió emprender su carrera y jamás volver a renunciar a la belleza de las letras. Así pues, feliz por la reacción que tuvo me despedí de él.
Esto pasó hace unos cuatro años y hoy en mi recuerdo renació, a causa de un libro que he visto en una librería de mi calle. En la portada está la foto impresa del rostro de aquel hombre junto a su perrito blanco como la nieve, por esto he decidido comprarlo. Al leer una de sus primeras páginas me he llevado la alegría mas hermosa que nunca pude imaginar; una dedicatoria de su libro en la cual dice así:
"Con todo mi cariño para aquella mujer tan amable que Dios puso en mi camino una tarde en el parque. Gracias por leerme aquel poema causante del milagro de mi recuperación de la ceguera de mi alma y corazón. Sólo por aquella tarde de primavera que sin pedir nada me ayudaste con tu bondad. He recibido todo lo que hoy tengo y como símbolo de mi agradecimiento te ofrezco la dedicación de mi primera publicación en mi regreso, pues sin tu presencia no hubiera sido posible escribirla".
Alejandra M.C. 24/10/2012     

4 comentarios:

  1. Hola, Alejandra:

    Me alegra saber que cuentas con un Sitio para ir publicando lo que gustas de escribir. Sé que te hace mucho bien.

    Ignoro la razón de nuestra deconexión, pero tus razones debiste tener, pues todo se puede justificar desde cada cual.

    Un beso.
    Angel

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